miércoles, 13 de junio de 2012

¡YA NO PUEDO MÁS!

Muy buenos días. Comenzaré agradeciendo las opiniones que me han hecho llegar sobre el tema del nombre nuevo. Es bueno saber que "están allí". Quisiera pedirles a todos los lectores y lectoras que no se han suscrito que consideren hacerlo. Me ayuda a tener una idea del alcance del blog. También me atrevo a pedirles que si les ha sido provechosa la lectura de algún modo, y ven que a alguien cercano puede servirle, compártanlo con esa persona. Nada mejor que compartir, ¿no creen? Tengo planeado comenzar a publicar 2 veces a la semana y cambiar el diseño y probablemente el nombre, ya veremos.

Y para entrar en el tema de esta semana, iba a titularlo "Punto de quiebre", pero me pareció más directo el que está, sabiendo que refleja la frase que seguramente muchos de nosotros - sino todos - hemos expresado en algún momento de nuestras vidas con respecto a alguna situación específica por la que hemos pasado. A veces toleramos una relación, una condición de vida, o alguna costumbre propia o ajena que, llegado el momento, simplemente no podemos seguir manteniendo de la misma manera. Sabemos que es tiempo de cambiar, pero no sabemos cómo. Estamos hartos de aquello pero no conocemos otro modo.

Muchas veces los seres humanos queremos tener todo bajo control. Nos parece que la vida es demasiado incierta, y recurrimos a muchas estrategias para intentar mantener nuestra ilusión de que lo tenemos todo fríamente calculado. Quizás eso pueda ser cierto para unas cuantas pequeñas situaciones, pero en cuanto a lo importante simplemente no sabemos. Somos extraordinariamente pequeños como para tener la información suficiente que nos permita tener "el cuadro grande" de las cosas.

Hay momentos en los que simplemente ya no podemos seguir de la misma manera. Son de los momentos más preciosos de la existencia humana. Y son de los momentos que más desperdiciamos durante nuestra vida. Porque generalmente terminamos pagándola con alguien más (pensando que tenemos que terminar una relación), o con una situación de vida que nos parece que es la responsable del malestar que sentimos. Pero a la vuelta del tiempo, simplemente la condición de desesperación regresa, y nos volvemos a encontrar diciendo ¡ya no puedo más con esto, o con tal persona!

¿Qué sucede? Que estamos mirando hacia afuera, en vez de hacia adentro. No asumimos un rol crítico y realista de nuestra propia vida y por comodidad buscamos un chivo expiatorio y lo matamos, lo cual produce un efecto de alivio temporal, pero nada más. Es como las famosas "curas de sueño" (que a nadie le recomiendo), en las que luego de una o dos semanas de "desconexión" con la realidad, continuamos con la situación vivita y coleando.

No voy a negar que existen situaciones que debemos cortar de tajo. Las relaciones de abuso continuo tienen  que distanciarse sanamente, a veces de por vida, por la seguridad y supervivencia de las personas. Pero yo estoy hablando de situaciones repetitivas en nuestras vidas en las que simplemente nos negamos a vernos a nosotros mismos porque es muy doloroso e implica tarde o temprano sacrificar algo de nuestra manera egoísta de vivir.

Siempre es más fácil ver una pajita en el ojo del vecino, que ver la viga de 40 x 40 en nuestro propio ojo. Pero necesario es primero sacar la viga del nuestro para poder, con todo amor y respeto, atrevernos siquiera a mencionarle al otro la pajita en su ojo. Lo que pasa es que por estar en nuestro ojo, se nos hace casi imposible ver la viga. Digo, si está metida en el ojo, nos está bloqueando la visión ¿no?

Por eso es que necesitamos a los verdaderos amigos. Los que no van a "alcahuetearnos" los vicios de refracción, las sinvergüezuras toda la vida, sino que nos van a decir las cosas como son.

Si nos encontramos en un estado de repetición, pídele a alguien de tu confianza que te hable como debe ser. Que te diga si ve algo que tú no ves. Puede que te sorprendas.

Y si no tienes a alguien así, entonces tienes un problema más grande, porque implica que no tienes amigos. Sin embargo, yo refrendo ese dicho popular que dice que "a nadie le falta Dios". Puedes pedirle a Dios que te diga qué pasa contigo. Él tiene la visión bien clarita y sabe más de nosotros que nosotros mismos.

No hay nada más doloroso que los tiempos de reflexión y eventual cambio personal. Pero nada deja mejores resultados en nuestras vidas. Los seres humanos necesitamos cambiar, porque el cambio es condición inherente a la vida. Lo que no cambia es porque está muerto, o tiende a la muerte. Si nuestras células, órganos y sistemas corporales están en constante cambio y movimiento, ¿por qué nos aferramos a las mismas maneras de hacer las cosas y de ver al mundo?

Piensa. Siente. Ama. Y cambia. O pide el cambio. Lo mejor siempre está por venir.

Hasta pronto.

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