domingo, 17 de abril de 2016

¿Verdad? ¿Mentira? ¿Quién lo sabe?

Saludos de bendición en toda paz. Me preocupa en este "siglo de la información" (o del conocimiento) que, estando inundados de información, parece que en general la población sigue estando muy desinformada acerca de la verdad. Claro que la palabra VERDAD es aparentemente el desafío más grande de todos los tiempos. Casi siempre tenemos disponible sólo verdades a medias. Conocemos sucesos, estadísticas, opiniones, y queremos tener la razón. Siempre queremos tener la razón.

Poncio Pilatos le preguntó a Jesucristo: ¿Qué es la verdad? En ese momento, Jesús le había dicho que había venido al mundo para dar testimonio de la verdad, y que todo aquel que estuviera de parte de la verdad escucharía su voz (Juan 18: 37-38). En sus enseñanzas, el mismo Señor declara ser la verdad.

Esto es asombroso y enigmático. ¿Es entonces la verdad un hombre? Para los cristianos, Jesús de Nazareth no solamente es un hombre, sino que es Dios mismo hecho un ser humano. Cuando él declara ser la verdad, se coloca como "el filtro" por medio del cual podemos medir la veracidad de algo.

Es en su carácter, en sus enseñanzas, su rasero (estándar) el que debe darnos la medida de si algo es verdadero. No necesitamos tratar de averiguar por nosotros mismos la verdad. Podemos conocerla y abrazarla en él. Podemos acudir a él y preguntar. Podemos medir lo que sucede ante su trono (porque él es también juez de todo) y obtener respuestas, sabiduría verdadera y paz.

Siempre que estoy incierto acudo a él. Y siempre me lleva a un lugar muy especial. En él las cosas pierden su coraza exterior y se muestran tal cual son. Tú puedes también llevar todo suceso, toda duda, toda supuesta verdad y tasarla con su balanza. Medir la bondad y veracidad de todo y de ti ante él es necesario para no seguir engañándonos en este mundo donde lo verdadero es escaso.

—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí. Si ustedes realmente me conocieran, conocerían también a mi Padre (Juan 14:6,7).