miércoles, 25 de enero de 2012

Groserías, insultos, malas palabras y actitudes semejantes

Hoy quiero llamar la atención hacia el uso que hacemos del lenguaje vulgar. En estos tiempos parece que otra muestra de nuestra decadencia queda en evidencia por la degradación de nuestro lenguaje.

En mi opinión, el uso de insultos y groserias revela varias deficiencias en la persona que las utiliza. Primeramente, revela una falta de amor, de respeto por el prójimo. Eso ya es bastante decir. Dentro de esa línea, evidencia odio y mal manejo de conflictos. Una cosa es señalarle a alguien una falta, y otra muy distinta es llamarlo criminal. Pienso que debemos tener cuidado en la selección de nuestro vocabulario, examinando con regularidad nuestras intenciones al hablar.

Hace poco tuve un encontronazo con alguien en la calle. Nos dijimos mutuamente lo que pensábamos de ciertas actitudes que tomamos, incluso elevamos la voz mas allá de lo deseable, pero en ningún momento nos insultamos. Ni siquiera pudimos ponernos de acuerdo. Yo reflexioné luego en mi casa sobre lo que me dijo - y por cierto él tenía su parte de razón. Eso fue un ejemplo de una discusión de altura.

Insultar a otro y usar malas palabras no sólo es falta de carácter. También es falta de educación. Si se supone que hemos invertido tiempo y dinero en adquirir nivel educativo, pienso que tales actitudes deberían tender a desaparecer con el tiempo. Pero si no practicamos la lectura tampoco podremos tener un vocabulario apropiado.

Finalmente te pregunto: ¿te gusta o te parece bien que los niños sean vulgares o groseros?

A la mayor parte de la gente que conozco no. Hacen esfuerzos importantes por corregir a sus hijos cuando dicen malas palabras. ¿Qué pasa entonces cuando somos adultos? ¿Es que acaso es bueno ser grosero de adultos pero no de niños? ¿Cómo es que nos atrevemos a regañar a nuestros hijos por algo que nosotros mismos hacemos tan alegremente?

Personalmente soy muy severo conmigo mismo en este tema. Definitivamente no uso lenguaje vulgar, ni siquiera en la intimidad de mi hogar. Si se me salen, lo cual ocurre poco, pienso sobre lo que originó esa actitud y trato de que no vuelva a pasar. Trato con diligencia de limpiar mi manera de pensar y de hablar acerca de los demás. Creo que nos lo merecemos.

Allí les dejo otro reto.

Espero sus comentarios y sugerencias acerca de otro temas para compartir. Bendiciones.


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jueves, 19 de enero de 2012

La vida lenta

Hoy quiero compartir lo que ha sido una preocupación personal durante años, y que tiene que ver con nuestro ritmo cotidiano, aunque no es solamente una cuestión de velocidad.

¿Cuánto dura una vida? Hoy en día, expuestos a más violencia y riesgos, la expectativa se acorta. Si a eso le sumamos nuestra natural desesperación por "vivir" (palabra que muchas veces usamos como sinónimo de tener, gastar, parrandear, trabajar hasta el agotamiento, o simplemente llenar los sentidos con lo que sea), pues parece que cada vez nos vamos quedando más y más cortos de vida.

Nos obsesionamos con ser recompensados inmediatamente. Necesitamos recibir todo ya. Se nos agotó la paciencia (si es que alguna vez la tuvimos). Veo mucha desesperación, mucha necesidad por resultados inmediatos. Eso me hace preguntarme y preguntarte acerca de la velocidad de la vida.

Por donde yo vivo, hay una época del año en la que florecen por todos lados las plantas de los vecinos. Salí a tomarle fotos y monté una presentación de Power Point. Disfruto mucho las puestas de sol, los amaneceres, la variedad de la creación de Dios.

A manera de ejercicio, ¿por qué no mides el tiempo que te tardas comiendo? Te sorprendería ver que quizá no llegues ni a los 10 minutos. Siendo que el estómago tarda de 15 a 20 en informarle al cerebro que ya está lleno, no me extraña que la obesidad sea hoy en día un gran problema de salud pública.

¿De qué estoy hablando? Pues de que con el tiempo, si nos descuidamos y seguimos permitiendo que se nos imponga un ritmo de vida que no nos corresponde, terminaremos pagándolo en menos años de vida y en más enfermedad.

Y no se trata de que la prioridad debemos ser nosotros mismos. Nuestra prioridad debe ser tener bien claras nuestras prioridades. No es fácil, porque tenemos demasiadas distracciones en la vida. Demasiadas metas. Demasida tecnología. Demasiadas "necesidades" insatisfechas (unos senos más grandes, un vehículo más moderno, un aparato más sofisticado, más dinero para pagar más viajes, gustos, arreglos de todo tipo). Me parece que necesitamos ajustes importantes, pero aquí arriba (en la cabeza).

Todo tiene su tiempo. Pero pienso que necesitamos con urgencia bajar las revoluciones de nuestra vida en ciertos departamentos. Tomarnos el tiempo suficiente para disfrutarnos mutuamente. Conocernos. Conversar de cosas que realmente nos hagan crecer. Disfrutar de buena música que nos inspire a amar. Pasear (lo cual implica ir lento y fijarnos en los detalles). Escuchar mucho. Permanecer en silencio. Manifestarle nuestro respeto, cariño, admiración o solidaridad a los demás según sea la ocasión. Recuperar el arte en extinción de vivir plenamente.

No permitas que te roben la vida.

Agradezco todos sus comentarios.


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miércoles, 11 de enero de 2012

Como sobrevivir a tu opuesto

Hoy quiero contar algunas cosas de mi experiencia como hombre casado durante casi 9 años. Lo titulé de esa manera porque mi esposa y yo somos lo que se conoce como "opuestos que se complementan", lo cual sé que es una situación que se repite mucho en las parejas, pero que igualmente podemos encontrar en muchos tipos de relaciones en nuestra vida diaria.

Por supuesto no siempre fuimos opuestos complementarios. De hecho, no mucho tiempo después del período de luna de miel, muchas veces nos comportamos como enemigos. Cuando se nos acabaron los buenos modales y comenzó a aflorar nuestro querido ego, las batallas fueron de novela.

Siempre tendré fresco en mi memoria el episodio cuando luego de una pelea importante, le pedía a Dios estando a solas que la cambiara a ella. Nunca olvidaré las palabras que vinieron a mi mente: "No. Ámala". ¡Qué par de palabras caballero! Todo era tan simple, y sin embargo tan difícil...

Martin Luther King jr. dijo una vez que si querías cambiar algo, debías amarlo primero. Y cuánta verdad hay en esas palabras.

Ojo, no es que ella no tuviese necesidad de cambiar. Todos la tenemos. Pero mi verdadero problema no era ni es algún defecto de mi esposa. Mi problema siempre será mi falta de capacidad para amar completamente a mi esposa y a los demás.

Querida amiga y amigo, ver la paja en el ojo de otro es un deporte nacional. Pero asumir nuestros propios mega-defectos, eso sí que es raro verlo.

Para seguir con mi cuento, desde que recibí esas palabras me dispuse a amar a mi compañera más allá de mi necesidad de que ella cambiara. Y tú me preguntarás en qué consistió el cambio. No es que yo no quisiera a mi esposa, pero amar y querer son dos condiciones muy distintas. Recomiendo escuchar esa cancion (...y es que todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar...). Una persona que respeto mucho me enseñó hace tiempo lo que significa el amor. Esa persona dice: "amor es primero tú y después yo". Si puedes recordar eso, seguramente encontrarás maneras excelentes de ponerlo en práctica. De todas maneras, te coloco algunas ideas que pueden ser de ayuda:

- Esfuérzate por conocer a tu opuesto (a) y fíjate especialmente en aquellas cosas que esa persona necesita. Entonces disponte a llenar esa necesidad según tus posibilidades.

- Concéntrate primero en esa persona, y luego que tengas un buen tiempo siendo constante en cumplir con el punto anterior, puedes comenzar a pedir con humildad y decencia (nunca a exigir, el verdadero amor nunca exige), lo que crees que necesitas de la otra persona.

- Tienes que llegar a identificarte con lo que es importante para el otro. No menosprecies ni minimices lo que la otra persona siente o piensa. Escucha, registra y asimila. Haz sus causas también las tuyas.

- Nunca hagas de ningún ser humano tu única fuente de amor. Siempre que eso pasa, saldremos profundamente heridos y decepcionados. Más bien diversifica. Ábre tu vida a muchos tipos de relación que te nutran.

Con el tiempo, lo grande de todo esto es que yo he cambiado y he recibido de mi esposa mucho más de lo que pedía. Y por supuesto ella ha cambiado. Pero a su tiempo y por ella misma, no porque yo la manipulara de ninguna manera.

Todos necesitamos cambiar. Pero más importante que eso, todos necesitamos amar.


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viernes, 6 de enero de 2012

¿Culpa o Responsabilidad?

Nuestra extraña naturaleza humana tiende casi siempre a buscar culpables para todos los malear que nos afligen. De esa manera trnquilizamos nuestras conciencias. Siempre que los culpables no seamos nosotros mismos, por supuesto. Es mucho más sencillo acusar, señalar, condenar.


Hace unos meses tuve que comparecer como testigo de un crimen ante un tribunal. Yo no presencié el hecho pero me citaron porque yo traté a la víctima y se me requería que yo dijera si esta persona podría inventar el relato del delito. Tuve que ver a la persona acusada ya que era un juicio oral y público. También pude ver a los familiares de la persona acusada. Me enteré luego de que esta persona va a pasar un largo tiempo en prisión.


Para serles honesto, todo el asunto me dejó revuelto y con una sensación de justicia incompleta. Por un lado, ningún tipo de sentencia puede hacer que la víctima duerma tranquila y supere lo ocurrido. El "fresquito" que las personas dicen sentir es algo que dura muy poco. Luego tienes que volver a enfrentarte a tu cotidianidad con la marca de lo que pasó, y seguirlo llevando aunque el ofensor muera delante de ti partido por un rayo. Por otra parte, queda el vacío, la ausencia de la persona acusada, quien ahora perderá su vida en una cárcel, su familia ahora teniendo que cargar también con las consecuencias de las acciones de esta persona. Siempre terminan pagando justos y pecadores por igual.


¡Si tan sólo pudiéramos pensar en las consecuencias de lo que hacemos! ¡Si pudiéramos cambiar esa culpa, ese actuar, y pensar, y vivir por miedo o para aprovecharnos del otro por un sentido genuino de amor y respeto y consideración al otro! Qué diferente es cuando, viendo esa misma maldad que nos rodea y nos invade día a día, decidimos enfrentarla, combatirla con el bien. Cuando decidimos hacernos responsables, no sólo por nuestros propios actos, palabras y pensamientos, sino también por los de otros, no en un sentido de pelear con los demas sino buscando aliviar, reparar, restaurar el daño que otros han dejado.


Tú y yo podemos escoger. Podemos continuar viviendo como víctimas de nuestro pasado, incapaces de cambiar o de ayudar a otros porque nuestro pasado no fue bueno. Eso es estar atrapados por la culpa. O podemos como adultos, decidir recorrer el doloroso camino hacia la madurez, que implica perdonar y nacer de nuevo al amor verdadero.


No existen atajos ni caminos verdes hacia la Verdad. Bendiciones a todas y todos en este nuevo año.


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