lunes, 21 de septiembre de 2020

Perdonar no se siente bien

Hoy desperté con la idea expresada en el título y la fui desarrollando con Dios mientras caminaba hacia la parada de autobuses.
Tenemos la creencia de que el perdón implica sentirse bien hacia aquella persona o personas que perdonamos.
También se piensa que perdonar es algo que se hace por otros principalmente.
El asunto es que el perdón no tiene que ver con sentir algo, sino con cambiar nuestra manera de pensar y con ejecutar ciertas acciones específicas en nosotros. 
Se ha dicho que guardar rencor, resentimiento hacia los demás es como querer que otro muera y tomarnos nosotros el veneno. Y es muy cierto.
También he escuchado con frecuencia que la gente dice: "yo perdono, pero no olvido". La frase implica que no hay perdón, porque ese "no olvidar" es equivalente a mantener esa deuda, esa causa u ofensa delante de nuestros ojos, por decirlo de alguna manera.
Como dije perdonar implica dejar atrás la ofensa, y también al ofensor. Abandonar los pensamientos relacionados con el/los hechos ofensivos. Dejar el tema en las manos de un juez. Entregar la causa a alguien con la capacidad, la autoridad, el derecho de juzgar nuestro caso y todos los casos.
Pero si no creemos en una autoridad superior que tarde o temprano hará justicia, ¿cómo podremos perdonar realmente?

viernes, 18 de septiembre de 2020

A veces, no se puede hacer nada

 Estamos tan acostumbrados al "hacer". Y a veces, simplemente no hay mucho, o nada, qué hacer.

Más de las veces que queremos admitir, no es mucho lo que se puede hacer en ciertas circunstancias.

Por supuesto que soy partidario de mantenerse activo: hacer ejercicio, relacionarse, trabajar. Eso es bueno y necesario.

Pero, ¿cuanto tiempo le dedicamos a la resignación? Si, a la resignación. A reflexionar sobre aquellas situaciones, personas, eventos, planes, sobre los que no tenemos control y en las que hemos dado incluso más de lo que nuestras fuerzas podían.

¿Con cuánta frecuencia nos rendimos abre la evidencia, por ejemplo, de que estamos agotados de cierta manera de proceder? ¿O de que tenemos demasiado tiempo en algo sin ningún motivo, propósito o resultado?

Éste es el punto de partida de todo cambio. Llegar a darnos cuenta de que estamos dando vueltas sobre nosotros mismos. Entonces podemos plantear alternativas.

Yo necesito tiempo para pensar. Para reflexionar delante de Dios sobre lo que hago. A diario o casi a diario. ¿Y tú, te detienes a pensar en la manera en que vives, o sólo vives y ya?