sábado, 12 de abril de 2014

Mi lucha tranquila

Como respuesta a los que dicen que si uno no está protestando está siendo un traidor o no le importa el país o está de acuerdo con el gobierno, he querido relatar otra manera de luchar, de protestar por así decirlo. Y constituye además una propuesta alternativa.

Yo lucho tranquilamente. Cumplo con mis compromisos de trabajo siempre. Procuro mantener espacios para enseñar a mis hijos lo que es conveniente. Sufro como todo el mundo, las dificultades cotidianas que se derivan de vivir en Caracas. Trato de no quejarme, porque he comprendido que tal actitud no tiene ningún tipo de fin positivo. Es decir, sí me quejo, pero no lo hago ante las personas o ante las autoridades, sino ante Dios, quien siempre me escucha y tiene cosas bien interesantes que decirme cada vez que acudo a Él.

No pretendo cambiar el país ni mucho menos el mundo, pero si me esfuerzo por permitir que Dios me cambie cada día un poco más. Jesucristo es el rey del universo. Él tiene el poder suficiente para cambiar todo aquello que yo no puedo. Él es quien permite que se levanten los gobernantes, y también que caigan. Confío en Él para lo que sea necesario hacer.

No me considero pasivo, sino realista. Considero mi realidad individual, pero sobre todo la de nosotros todos. Puedo aplaudir iniciativas del gobierno de turno, así como el legado de los anteriores, y también me doy cuenta de los tremendos errores de ambos métodos, que al fin y al cabo son todos un mismo sistema humano, y por ende corrupto, imperfecto, falible.

Ruego porque el Señor Jesús revele a todos los que son dirigentes cuál sea la mejor manera de conducirnos en estos tiempos. Que el Espíritu de Dios infunda sabiduría y amor verdadero en todos nosotros, cohabitantes de un mismo país, gente que peca y que anhela y necesita más de Dios y menos de sí misma para avanzar verdaderamente.

Esa es mi lucha tranquila. Un abrazo.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Lo peor de todos nosotros

Me atrevo esta mañana a compartir algunos pensamientos sobre estos días recientes. El aumento de la violencia en las calles no es otra cosa que un desbordamiento de lo que está ocurriendo dentro de todos nosotros como sociedad. El estado de permanente confrontación política, la condición de nuestro sistema judicial y de la criminalidad desatada, el estado de la economía, y no pocos "agitadores" desde los dos bandos principales, hacen su combinación para traer como resultado este "coctel" horroroso que vemos hoy en las calles.

Me preocupa que esto siga incrementándose. Entiendo el derecho que tenemos como ciudadanos a protestar. Pero protestando simplemente no construimos nada. Entiendo que se quiera contener a la población para evitar males mayores. Pero reprimiendo solamente no vamos a llegar a nada tampoco.

La incitación a la violencia jamás puede tener buenos resultados. En este estado de cosas lo que se está promoviendo es que salga lo peor de cada uno de nosotros. Para todo aquel y toda aquella que cree en Dios no existe una salida por la fuerza. Ante el desbordamiento del mal, es necesario tomar un paso atrás y ser firmes en una actitud de "callar y orar".

Respeto y acepto que muchos quieran exteriorizar sus frustraciones. Pero yo no comparto esa manera. Yo creo que, viendo lo que la situación está exponiendo de mí mismo (mis temores, mi rabia, y otras cosas), se dibuja una oportunidad para llevar estas cosas delante de Dios y resolver allí antes que cualquier acción impulsiva. Así cuido mis palabras y mis acciones para no caer en el juego del mal. Colectivamente, también es una oportunidad para asociarnos y buscar maneras de contribuir a mejorar como sociedad. A practicar aún más la solidaridad, la ayuda al que lo necesita. Necesitamos transformación. Cambiar lo peor que hay en nosotros en lo mejor que Dios tiene.

Cuidémonos del mal que quiere manifestarse en nosotros. Examinemos nuestras conciencias. No nos dejemos llevar por la pasión del momento, ni siquiera por la frustración de años. Necesitamos pedir consejo, sabiduría a Dios, para actuar como Él lo haría en una situación como esta. Como dicen mis amigos los bomberos: ante una situación de emergencia, lo primero es mantener la calma.

lunes, 6 de enero de 2014

¿Feliz año?

Saludos. Pensé en escribir una nota en Facebook deseándoles a todos un feliz año, lleno de dicha y prosperidad. Pero eso no estaría bien. Lo cierto es que este año va a tener dificultades. Probablemente lloraremos en ocasiones. Tendremos discusiones, problemas y desencuentros. Y claro que tendremos alegrías.

Voy a quedar como alguien impopular al escribir esto. Yo sé que es tradicional dar el Feliz Año. De hecho yo también lo he dicho a quienes me he encontrado a partir del primero de enero. Pero quiero ir más allá. Quiero ir más allá de mis buenos deseos, que en concreto no aportan mucho. Mi papá tiene un dicho para esto que lo resume bien. "Deseo no preña", dice él.

Sin embargo, estoy conciente de lo importante que es bendecir a otros, como resultado de una vida bendecida. Mi vida ha sido bendecida en abundancia durante este año que recién terminó. Y no estoy hablando de bienes materiales, que tengo algunos, sino sobre todo de crecimiento espiritual, de una relación más cercana con Dios y de un propósito de vida en Jesucristo que se vislumbra cada vez más claro. He pasado por dificultades y por tiempos de relajación. Viendo hoy un poquito más claro quiero hacer un aporte mayor que solamente desear cosas bonitas para mis semejantes.

Como ustedes saben, el crecimiento es una de mis palabras favoritas. Necesitamos crecer. Necesitamos madurar. Y por eso mi deseo, mi oración por todos ustedes, más allá de que puedan llegar a tener lo que quieren o lo que se proponen y por lo que luchan con pasión y constancia, es que puedan en este año nuevo 2014 experimentar una auténtica relación con Jesucristo, único Dios verdadero. Que él pueda habitar por la fe en sus corazones. Que puedan (podamos) conocer mucho más lo inmenso de su amor por nosotros, para que podamos crecer de verdad interiormente, espiritualmente, lejos de fábulas y cuentos bonitos, sino seriamente.

Que podamos juntos descubrir cada vez más aquello que es la Vida de Dios en nosotros, y seguir todo aquello que Dios nos está diciendo que hagamos. Y que en Su Nombre, en el nombre de Jesucristo podamos descubrir lo que es la verdadera paz, la verdadera felicidad, la auténtica prosperidad, el verdadero sentido de la vida. Ese es mi deseo.

Que en todas nuestras circunstancias podamos ver a ese Dios que está con nosotros, para nuestro bienestar, aún a pesar del dolor, de las pérdidas, de que no se cumplan nuestras expectativas o de que todo vaya aparentemente mal. Que podamos aprender la lección de Job: llegar a conocer a Dios personalmente lo es todo.

Nos vemos pronto.