miércoles, 19 de febrero de 2014

Lo peor de todos nosotros

Me atrevo esta mañana a compartir algunos pensamientos sobre estos días recientes. El aumento de la violencia en las calles no es otra cosa que un desbordamiento de lo que está ocurriendo dentro de todos nosotros como sociedad. El estado de permanente confrontación política, la condición de nuestro sistema judicial y de la criminalidad desatada, el estado de la economía, y no pocos "agitadores" desde los dos bandos principales, hacen su combinación para traer como resultado este "coctel" horroroso que vemos hoy en las calles.

Me preocupa que esto siga incrementándose. Entiendo el derecho que tenemos como ciudadanos a protestar. Pero protestando simplemente no construimos nada. Entiendo que se quiera contener a la población para evitar males mayores. Pero reprimiendo solamente no vamos a llegar a nada tampoco.

La incitación a la violencia jamás puede tener buenos resultados. En este estado de cosas lo que se está promoviendo es que salga lo peor de cada uno de nosotros. Para todo aquel y toda aquella que cree en Dios no existe una salida por la fuerza. Ante el desbordamiento del mal, es necesario tomar un paso atrás y ser firmes en una actitud de "callar y orar".

Respeto y acepto que muchos quieran exteriorizar sus frustraciones. Pero yo no comparto esa manera. Yo creo que, viendo lo que la situación está exponiendo de mí mismo (mis temores, mi rabia, y otras cosas), se dibuja una oportunidad para llevar estas cosas delante de Dios y resolver allí antes que cualquier acción impulsiva. Así cuido mis palabras y mis acciones para no caer en el juego del mal. Colectivamente, también es una oportunidad para asociarnos y buscar maneras de contribuir a mejorar como sociedad. A practicar aún más la solidaridad, la ayuda al que lo necesita. Necesitamos transformación. Cambiar lo peor que hay en nosotros en lo mejor que Dios tiene.

Cuidémonos del mal que quiere manifestarse en nosotros. Examinemos nuestras conciencias. No nos dejemos llevar por la pasión del momento, ni siquiera por la frustración de años. Necesitamos pedir consejo, sabiduría a Dios, para actuar como Él lo haría en una situación como esta. Como dicen mis amigos los bomberos: ante una situación de emergencia, lo primero es mantener la calma.